El juego electoral es uno de los más primarios escenarios políticos, donde afloran las pataletas infantiles del ego de los políticos y confluyen los falsos argumentos, la demagogia, el cálculo y la estrategia. Después de las luchas en Andalucía y Asturias (que colea), tal situación se plantea ahora en Galicia y País Vasco.
--> En Galicia, el presidente del PP, Núñez Feijóo, sigue fiel a su discurso de agotar la legislatura, lo que llevaría a los gallegos a las urnas en la primera mitad de 2013.
El presidente popular recuperó el feudo del Partido en Galicia tras una legislatura del bipartito del PSOE y los nacionalistas del Bloque Nacionalista Galego -BNG- (triunfo obtenido tras el descontento del Prestige, entre otros, con el hoy presidente Mariano Rajoy). El PSOE mantuvo el número de escaños en las últimas autonómicas, pero el BNG bajó, lo que permitió a Feijóo auparse en el poder. Ahora, el BNG, una suerte de frente o coalición de formaciones nacionalistas, sufre un debate interno, con la escisión de varios grupos, partidos y corrientes. La última encuesta del CIS, después de estas deserciones ideológicas, apunta a que el BNG ha perdido la mitad de la intención de voto con respecto a hace tres años y medio.
Por ello, Feijóo prefiere esperar a que el BNG se desangre, lo más posible, sabiendo que cuanto más baje este, más subirá él. Se jugaría uno o dos escaños. Al mismo tiempo, el presidente gallego está moderando su discurso y ya se ha negado a adoptar varios tijeretazos y reformulaciones mal recibidas en el resto del Estado, como el copago farmacéutico o el cobro de peajes en autovías. Todo, al menos temporalmente, para no perder votos.
El también gallego Rajoy, sabiendo, ahora también por el CIS, que los recortes le están quitando apoyo en las runas después de que el PP tocase techo político en las nacionales, apura a Feijóo para convocar elecciones, ganarlas y que el gobierno gallego pueda dejar de relajar su discurso y comience a adoptar las duras medidas dictadas desde Madrid. Los rumores apuntan a que el presidente del gobierno central se habría impuesto a Feijóo y que este convocaría elecciones a mediados de septiembre. Veremos.
--> En el País Vasco, Patxi López se encuentra ahora con que el popular Antonio Basagoiti ha dado por concluido el pacto que permitió el histórico gobierno de partidos ajenos al nacionalismo vasco en Euskadi.
El PP sabe que el tiempo y los recortes corren en su contra y pretende que el socialista convoque cuanto antes las elecciones. Cuentan los populares con aprovechar la caída del PSOE a nivel nacional y conseguir revertir el sentido del voto, con la esperanza de poder obtener, tras unos comicios, más votos que el PSOE, con los que intentar renegociar el pacto situándose los populares a la cabeza del gobierno, antes de que las diferentes corrientes nacionalistas ahora presentes se aúpen por encima de esta insólita coalición de izquierda-derecha que se une, solo, por el rechazo al nacionalismo periférico.
Lógicamente, López ya ha dicho que no habrá adelanto, aduciendo que habrá elecciones "en el momento que más beneficie a los vascos", esto es, a su partido, esto es: Más tarde. Cuando más tarde, mejor.
Así que no los engañen, ni unos, ni otros.
Por Telma.
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