martes, 18 de octubre de 2011

PP y PSOE en apoyo de la censura

Controlar lo que dicen los medios de comunicación es un ejercicio siempre apetecible para los grupos de poder de turno. En plena crisis  que, como todas las empresas, sufren los periódicos, radios o televisiones, son pocos los medios que no terminan sucumbiendo al dictado de los anunciantes: Los que ponen "la pasta" para pagar las nóminas.


Sin embargo, más flagrante que el control comercial es el control político de los medios públicos, espectáculo bochornoso que últimamente interpretan sin tapujos los dos grandes partidos políticos en España. Y porque me referiré a estos, no voy a recordar aquí hoy el delirante y casi surrealista caso del secuestro de una publicación en plena democracia (2007), como fue la retirada de un número de la revista satírica "El Jueves", gracias a esa institución tan moderna llamada monarquía.


Hace unas semanas PSOE y PP alcanzaban un acuerdo total en el Parlamento. Como dice el discurso políticamente correcto y falso-demócrata con el que consiguen lavar facilmente el cerebro de gran parte de la ciudanía, una decisión "tiene que ser buena", por el mero hecho de que se pongan de acuerdo los dos grandes partidos. Algo así como lo que decía el español medio cuando lo de la reforma constitucional, aunque no tuviéramos ni zorra de la que se nos venía encima.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Día de la Hispanidad, mejor sin los españoles

Supongo que todos sabemos que la palabra democracia significa “poder del pueblo” . Sin embargo, a menudo esto solo se traduce en que, cada 4 años, nos dejan ir a una urna a depositar nuestro voto.  Digo esto porque cualquier otra forma de expresión o de manifestación, o de desacuerdo con lo que hace el poder establecido es “malvenida” por quien está en el poder, ya sean de un lado, o de otro.

Este 12 de octubre, como cada año, se ha celebrado el Día de la Hispanidad.  No voy a entrar a valorar el despilfarro que esto supone y la indignación que me provoca ver a los miembros de una familia realpaseando en un Rolls Royce Phantom hacia su palacio. No lo haré, porque me tacharían de demagogo, y el tema está ya muy trillado.

Me centraré en que este defile ha contado con varias novedades. Una de ellas, un cambio de recorrido (esta vez desde Atocha a la Plaza de Colón), que, ‘casualmente’, ha situado al público a más de 100 metros, impidiendo así que se oyeran los abucheos de parte de la gente allí congregada. Y es que la plebe, ya se sabe, hace feo. Será el día de la Hispanidad, pero mejor celebrarla sin los españolitos, que hacen ruido.

jueves, 6 de octubre de 2011

De empresas, creatividad y explotación

Produce cierta emoción irónica ser testigo de una época que se estudiará, sin duda, en los libros de historia. Dentro de un par de generaciones, si algo de lo que conocemos se queda en pie (¿que nos hubiera pasado si esta crisis liberal ocurriera antes de la caída del Muro?) no sólo se verán en gráficas las grandes caídas en todo lo económico, sino que veremos cómo se desmoronaron derechos laborales forjados a lo largo de dos siglos.

Esta semana (inicios de octubre 2011) se supo que cuatro de cada diez españoles prefiere un descenso de impuestos a costa de eliminar alguna prestación social. El ministro de Trabajo prefiere trabajadores precarios que parados (tal cual) y, en general, los colectivos que defienden la no congelación de su salario o simplemente que no se lo bajen están un poco como mal vistos.

No está mal visto, en cambio, el trabajador que hace un par de horitas más que las que le pagan (da igual lo que haga durante esas dos horitas, si trabajar o hacerse ver en su silla). Es más, todos estamos dispuestos a trabajar malpagados, porque los malpagados al menos reciben un sueldo. Cunde, con razón, el sentimiento de que quien tiene un trabajo tiene un tesoro y así, frente al ¿estudias o trabajas? se extiende el ¿estudias o te resignas?

Creo exorbitado creer que es indispensable cargar contra el trabajador como única fuente de creatividad para reactivar una economía que no entienden ni los premios Nobel en la materia (pero de la que se lucran muchos espabiladillos, de esos que no abundan en los gobiernos del mundo).

Una empresa innovadora, y en esencia, toda empresa, es una idea de negocio. Una idea que se alimenta de constantes ideas de mejora y mantenimiento que aportan o debieran aportar todos sus empleados. Si la idea es mala, flaquea, no mejora o no se actualiza, muere y con ella la empresa y sus puestos de trabajo.

No parece desacertado pensar, como piensan algunas de las empresas que encabezan los rankings mundiales de productividad o bienestar de sus empleados, que un trabajador contento aportará más que uno enfadado. Y, por qué ocultarlo, uno formado y preparado aportará más que un enchufado, auténtica lacra en una mentalidad empresarial novecentista que prolifera en empresarios de pocas miras.

lunes, 3 de octubre de 2011

La clase política ¿que merecemos?

En este país hay muchas razones para indignarse. Una de ellas es que quienes en teoría deberían trabajar para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos se presentan, mayoritariamente, como unos “chupópteros” que viven a costa de esos ciudadanos, que para ellos solo importan cuando se acercan elecciones y solo cuentan como meros votos en una urna.

Sí, me refiero a los políticos. Hace escasos días se conocía el patrimonio de cada uno de ellos (el que declaran, y está a su nombre, es decir, no el que no declaran o está a nombre de sus mujeres/maridos, hijos/as, hermanos/as etc. Etc.). Y esas cifras eran de escándalo. Miles de euros, varios domicilios que estaban lejos de esos pisitos de 30 metros cuadrados que sugirió alguna ministra. Varias casas, varios coches (en la mayoría de los casos, de marcas de lujo, véase Audi, Mercedes, BMW…)

Y luego se quejan de que los jóvenes no voten. Pero ante esto, ¿qué demonios van a votar? ¿A esos que poseen lo que hemos citado antes y aún así tienen la cara dura de soltar perlas como yo no llego a fin de mes” o “siento la crisis como todos, mientras cinco millones de españoles están en paro, mientras muchas familias tienen a todos sus miembros sin empleo, mientras otras tantas pierden sus viviendas y tienen que sobrevivir sin ayudas estatales ni de otro tipo?